domingo, 30 de diciembre de 2007

Feliz Año Nuevo

No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte, que es casi un deber.
No dejes nunca de soñar, porque en sueños es libre el hombre.
No caigas en el peor de los errores: el silencio. La mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes. Huye.

Walt Whitman (fragmento robado del blog de una paisana, perdon por los derechos de autor Carlota! ;) )

Con mis mejores deseos... Feliz Año Nuevo a todos!!

viernes, 28 de diciembre de 2007

Querida Elisa

Hoy por fin te he conocido, abuela de mi madre, madre de mi abuela.

La foto es en blanco y negro, de principios de 1900.
A mis ojos, eres una niña de unos 15 años más o menos, pero en realidad eres una chica de 17 ó 18. Lo que son las cosas...
Estás de pie, con una mano apoyada relajadamente sobre una mesita alta con una especie de mantelillo a rayas con flecos, y en la mano izquierda sujetas la sombrilla, con una flor en el mango.
Llevas un vestido de..creo que se llama a media pierna el modelo,o algo así, que deja ver las botas de tacón y con cordones.
Tienes un cinto con florecillas en medio, y las mangas del vestido son un poco pomposas: henchidas en los hombros, volantes con puntilla en los codos, y mas puntilla en los puños. Como parece que llevabas poca puntilla, tienes más en la parte de delante del vestido, de cuello alto con una mariposilla, y además, encaje también. Un poco recargado para mi gusto, pero así era la moda entonces...
Llevas un abanico colgado(lo que me ha costado adivinar que era eso), un poco entreabierto, así que se ven las rosas que lleva pintadas.
El peinado en muy elaborado, y sin ofender, pero parece un poco en plan Star Wars. Después de darle mil vueltas, he llegado a la conclusión de que son varias trenzas enlazadas por la cabeza, no se como...debías de tener una buena melena.
Y finalmente, lo que más me llama la atención: tus ojos, que desentonan con tu seria expresión. Parece mentira, pero cuandolos he visto, he pensado gradualmente en mi abuela en mi madre, y hasta se parecen a los míos! Qué fuerte...
Miro la foto...Debemos de tener la misma edad...pero con un siglo de diferencia...

Sabes qué? Estuvieron a punto de ponerme de nombre Elisa, por tí. Por eso siemrpe quise conocerte.. Y mira, hoy por casualidad, pasó. Así es la vida...Llena de pequeñas sorpresas...

Bueno, por mi parte nada más, así que ya me despido.
Un beso,
tu bisnieta.

martes, 25 de diciembre de 2007

Navidad...

Creo que es la última vez del año que voy a poder acercarme por aquí y escribiros algo, a no ser que consiga conectarme en Francia o que mis primos me presten hoy el ordenador.

Bueno. La gente está desayunando, tengo poco tiempo.
Hoy me toca el bendito concierto de Navidad de Laredo de todos los años. Y la mitad de lo que se canta no me lo sé, espero que esté Olga, la alemana, que como tampoco es católica no canta con los demás. Ayyy, pero cómo odio las misas de Navidad. El año pasado me vino el cura con el hisopito de las narices salpicando, casi me meto debajo del órgano para que no me mojara. Si es que... En fin, por ser hoy, me acordaré de vosotros cuando cantemos los villancicos cántabros ;).

Fijo que llegaremos tarde, como todos los años, lo bueno es que hoy cantamos sin traje (fiuuu) y no tengo que llevarme los hábitos jaja. Y después nos iremos a casa de Ita (mi abuela), ¡tengo unas ganas de verles a todos! Hace lo menos dos meses que no veo a mis abuelos, y más todavía que no veo a mis primos pequeños... y seguro que vienen más primos, los de Bilbao, los venezolanos, los de Barcelona, los de Alicante, los australianos... menos el que está destinado en Túnez, o en Argelia, qué pena... verle siempre significa Navidad.
Vaya, parece que se me ha pegado un poco de espíritu navideño... me ha costado este año!!

Lo que no está claro es lo de los petardos... mi madre ya se ha rebelado y ha dicho que sólo en el pueblo y que tiene que estar mi padre delante... bah, digo yo que si lo hacemos con un primo de los de Zumosol (vaya primos que tengo, parecen jugadores de baloncesto todos!!) no nos dirán nada... la cosa es que mi hermano y los enanos son unos temerarios, y claro... ya se sabe que cuando una es la mayor... en fin...

Y otra vez a hacer trastadas a la vecina pulgosa del pueblo, a ver a mis dos tías, las pobres, a llorar con su Alzheimer, a correr por la casa de mi abuela y escondernos en los armarios, a ver a Rafael con mi abuelo, a jugar con la cometa en la playa, a ir a la panadería de Gabino y comprar emparedados de azúcar, a bajar al molino viejo con las bicicletas y recorrerlo con la marea baja... las risas estruendosas de mi tío, jugar al Monopoly hasta las ocho de la mañana y romper algo cuando descorchamos el champán... Feliz Navidad.

Nos vemos el años que viene!! Sed buenos mientras yo no esté y cantad villancicos!! No os ahoguéis con las uvas, yo tomaré aceitunas jajaja (atenta, Comtesse, que son nada menos que doce, ni once ni trece) !!!

Un beso para todos!! FELIZ 2008!!

lunes, 24 de diciembre de 2007

Belén en la collada - Intro

Me he dado cuenta de que el villancico es más largo de lo que creía, no había contado con la introducción recitada que se hace al principio, así que de momento os dejo la intro y ya más adelante (cuando consiga descifrar lo que dice) os dejo la letra entera.

Ya se retira la luz tras su jornada cansada,
las sombras hacen presencia,
en el valle hay paz, hay calma,
va cediendo lentamente el respirar de la braña,
se va quedando sin pulso la naturaleza santa.

Ya se acalló el tintineo de rebaños y yeguadas,
y el pastorcillo presiente que hay milagro en la collada.
Está entrando en comunión el río con la montaña,
ya se miran y se abrazan el bosque con la enramada.
La escena está preparada.

Paz y silencio en derredor,
ya se siente en el aire la mano del Creador.
De aquellas entrañas verdes de naturaleza brava
ha resurgido el retoño que nos traerá la esperanza.
Ya se realizó el milagro en un rincón de Cantabria.
Ha nacido el rey de reyes. En Carmona, en la montaña.


La letra creo que varía según las corales, pero ésta es la única que he encontrado. La letra es de Nobel Sámano, en la versión de la coral Don Bosco (o sea, nuestra competencia, así que ni pan). Que quede claro, nuestra versión es más bonita. ;)

sábado, 22 de diciembre de 2007

Navidades Paranoicas!!

Bueno ya que se aproximan estas fechas en las que la gente se reune o se pasa los dias bebiendo Champán, quiero desearos a tod@s muy buenas Navidades y que empeceis con buen pie el nuevo año, ya sabeis eso de escribir y proponerse 3 deseos o como se diga.... y si a lo largo del curso se cumplen... Enhorabuena pues!!

No hay que proponerse las cosas como una acción estupida más de esas que hacemos a menudo, sino en serio, pensando con la cabeza y siendo... ¿responsables? esp no va por vosotros P.F.A... pero aun así si quereis desear algo.. sois libres :)

Empezad con buen pie el nuevo año, porque aquello que hagais mal el primer dia... os ocurrira durante todo el año y os joderá la pava... (es una superstición de las tantas que me conozco), pero por favor no os paseis con el champán o con a bebida en general, ni tampoco os empacheis con la comida, ok?

Lo dicho, que aquí dejo mi felicitación de Navidad.

FELIZ NAVIDAD Y FELIZ AÑO NUEVO!!
;) bssssss

viernes, 21 de diciembre de 2007

Mis niños

Hoy os voy a hablar de la primera vez que fui voluntaria.
De mis niños. De Patricia, de Luis, de Samantha, de Saray, de Quique, de María, de Jose (que no José), de Adrián, de tantos otros nombres que no me acuerdo. De tantas horas en aquel local de la última planta de la iglesia de la calle Alta, en el barrio donde los edificios se caen de viejos y de rotos, en el barrio donde los niños salen drogadictos o prostitutas, en el barrio donde el tiempo se para.
Llegué por primera vez un día de noviembre, hacía frío y sólo me habían dicho que fuera a la parroquia y preguntara por María. No sabía dónde estaba la parroquia, ni siquiera conocía bien el barrio, hacía frío de verdad y no me atrevía a andar mucho tiempo por aquella zona a las horas que eran y con la poca luz que había. De pronto, vi salir de un portal a una niña, y se me ocurrió preguntarle. Se me quedó mirando, tenía unos rasgos raros, torció un poco la boca y me dijo que ella iba a Anjana, que podíamos ir juntas.
Anjana era el nombre del proyecto educativo de Cáritas en el barrio de la calle Alta, donde yo iba a hacer mi voluntariado de CAS, esa asignatura rara que yo tenía, y también es el nombre que se le da en Cantabria a una especie de hadas, de ninfas de los ríos y los estanques que habitan en los bosques.
Anduvimos un trecho en silencio. Le pregunté cómo se llamaba, me dijo que Patricia, que cuántos años tenía, y me dijo que dieciséis. Me quedé un poco extrañada, pensé que era una niña; yo, con mi metro cincuenta y uno, era una cabeza más alta que ella. Seguimos andando un rato, hasta que llegamos a una iglesia, enfrente del juzgado donde se casaron mis padres. Apenas recordaba haber estado un par de veces por allí.
Entramos en la iglesia, dimos a un patio, de ahí nos metimos por un callejón estrecho, tenía que ladearme para pasar sin rozarme con las paredes, llegamos a una puerta abierta, subimos una escalera entornada, de baldosa gris y sucia, hasta el último piso. Allí, un cartel enorme. Un dibujo de un hada y un título: Proyecto Anjana.
Patricia abrió la puerta, un estruendo se dejó oír al instante. Lo que parecía una manada de búfalos en estampida eran diez o doce niños, que se me quedaron mirando cuando entré en la estancia. Era una habitación grande, diáfana, con mesas aquí y allá, estanterías, un ordenador viejo al fondo, un billar de juguete, balones, juegos desperdigados por las mesas, libros y pinturas por doquier.
Pasé. Le pregunté a Patricia por María y me llevó hasta el final de la sala, donde había un cuartito más pequeño y un baño diminuto. María me saludó, me dijo que me pusiera cómoda y que me presentaba a todos.
Dos horas más tarde, salía exhausta de Anjana, los oídos me estallaban de gritos, de patadas, de peleas, de no quiero hacer los deberes, de tú quién eres, de juega conmigo, de ríñele a él, de este cuento es muy bonito, de me llamo tal o me llamo cual. Había escuchado diez o doce historias, una docena de niños con una situación familiar, económica, educativa y general penosa. Familias numerosas, padres alcohólicos, madres agotadas de hijos, becas gastadas en drogas, piojos, minusvalías físicas y psíquicas.
Y muy poco cariño.
Dos horas en Anjana bastaban para hacerte desear tirarte por un acantilado. Eso en el mejor de los casos. Pero la sensación que se te quedaba al bajar Ruamayor en dirección al mundo real era tan abismal que te preguntabas si no habrías vivido dos horas en una dimensión paralela. El amor que esos niños podían transmitir era casi palpable, inaudito para personitas tan maltratadas por la vida. Llegabas a tu casa sintiéndote tan afortunada y tan querida que casi deseabas que llegara el próximo día. Eh, eh, he dicho casi. Del todo no, aquello era sencillamente agotador, desgastaba cuerpo y alma.
A veces llorabas por ellos, por la ansiedad que crea enfrentarte a situaciones que no controlas, por el miedo a que un día aparezcan con otro moratón, a que otra vez no les dejen ir de excursión porque tienen que cuidar de un hermano pequeño, o ir al mercado a vender chatarra, o a que falten al colegio, o simplemente porque tienen que trabajar en una obra para vivir mientras tú estudias.
Ése era el caso de Jose, un chico de unos diecinueve años que ya no podía participar en el proyecto por ser mayor de dieciséis pero que venía todos los viernes a ver a María y a contarme sus aventuras amorosas. Jose no era nada más que un chico del Alisal (parte de Santander de las afueras, clase obrera, noches de bandas callejeras y droga) cuya ilusión en la vida era comprarse una moto, conseguir novia y que el jefe le subiera el sueldo. Jose trabajaba de albañil, de siete a tres, hasta que un día su madre murió. A los tres días, su padre también. Del día a la noche se quedó sin nada. Solamente una tía quiso quedarse con él, y recuerdo aquella tarde que vino a Anjana, que parecía tan entero, tan valiente que lo abracé y nos quedamos allí los dos llorando en mitad de la sala, María vino a sostenerme, los niños en corro con caras de no saber qué pasa, una tarde larguísima. No quise volver a Anjana, se me partía el alma, llegué a casa completamente destrozada. Pero volví. Por Jose y por los demás. Por Saray, mi princesa morena, por Luis, mi novio y prometido secreto de pelos de punta y cara traviesa, por mi otra princesa rubia, por las patadas del colombiano, por el enano de Quique (tres añitos) y por las partidas de cuatro en raya en las que Patricia (y todos) siempre me ganaban.
Recuerdo ahora aquellas tardes con nostalgia, aquel ventanal que daba a la Plaza de las Estaciones, RENFE y FEVE a un lado y la de buses al otro, luces de colores y semáforos, solíamos quedarnos allí mirando la vida y yo despedía que se inventasen historias. Era tan simple como eso el tenerlos calladitos y sin pelearse. O jugar al futbolín descachiripulado que nos habían regalado por Navidad, o a escondernos en el armario del baño mientras dos nos buscaban debajo de las mesas o detrás del ordenador.

Ilusiones perdidas en un mundo paralelo.

Finding Neverland y la vuelta a casa

Quién no ha soñado siendo niño con volar, con no crecer nunca, con un mundo fantástico de piratas, indios y sirenas, en la segunda estrella a la derecha antes del amanecer.
Hoy no he escrito nada durante el viaje, me quedan únicamente treinta minutos desde Torrelavega (donde estamos parados ahora mismo) hasta llegar a Santander… pero aprovecho que aún me queda batería para escribir un ratuco.
Como habréis, supongo, adivinado por el comienzo del post, he venido viendo “Descubriendo Nunca Jamás”, que Fiyero me había prestado hace algún tiempo. Bueno, pues os diré que me ha encantado… vale, sí, aún tengo un nudo en la garganta de emoción. Qué raro en mí.
Aparte de que es preciosa, no sé muy bien qué más decir, Johnny Depp impresionante, no podía ser de otra manera, Kate Winslet también me gustó mucho, y sobre todo las caritas de Peter y George (Niah: Geooooooooooooorge), Peter sobremanera.
En fin, una de esas películas que hacen que vuelvas a creer en las hadas, en la magia y en los sueños. Qué pena crecer, siempre lo he dicho. Hoy al menos me siento un poco Peter Pan después de que me hayan echado doce años en el tren. Cosas que me pasan. A mí por lo menos me consuela el saber que no voy a crecer más, que aunque sea exteriormente siempre seré un poco Peter Pan. Y Campanilla… qué recuerdos. Siempre he defendido a Campanilla frente a Wendy, hay gente que no lo ve así, pero Campanilla ha estado siempre enamorada de Peter, eso sin lugar a dudas, y que venga la puturcia esa y en un plis plas se lo lleve… pues hombre, yo también me pondría celosa, las cosas como son. Jajaja bueno voy a dejar ese tema, que no viene a cuento ahora.
¡Ah! Pues casi no llego al tren… casualidades de la vida, llego a la taquilla y me dice que no puedo pagarlo con tarjeta… y yo corriendo, buscando un puto cajero, y claro, mínimo tardas dos minutos, entre que voy y vuelvo, se forma una cola impresionante… desesperada, corro al andén de siempre, al 4, y el tren está vacío. Ése no puede ser, pregunto, me dicen que por vía 5, y resulta que llega un tren para Salamanca. A todo esto, ya son casi y cuarto, quiero tirarme a las vías, vuelvo a la taquilla y no hay nadie, pregunto si el tren para Santander ha salido ya, y me dice que no, que tengo suerte y se va a retrasar diez minutos. Cojo el billete, miro las pantallas de salidas, no se sabe por qué vía entra, son ya las 18.19, el tren sale a y 20 y no sé por qué coño vía. De repente aparece, andén 3, corro escaleras abajo y llego: no hay tren. Un anuncio: el tren con destino Santander, situado en vía 3, va a efectuar su salida. La gente se asusta, nos miramos, ¿¿dónde cojones está el tren?? Nadie sabe nada, en teoría salió de allá a las dos y media, llegará con retraso… la gente se queja, una señora (la de las batallitas de turno, que está sentada a mi izquierda, justo enfrente) me echa para atrás no sea que el tren me coja, parece mi madre… resoplamos, el puto tren no está y siguen repitiendo por megafonía que el tren va a salir ya. De repente lo vemos aparecer, la gente baja y subimos. Por fin. Salimos a las seis y media, llevamos un cuarto de hora de retraso y la gente, para variar, tiene que quejarse, es el deporte nacional y patrio por excelencia.
Llevo enfrente a dos gitanas, madre e hija, que se bajan en Osorno. Me dicen que cómo es que me dejan viajar sola, me parto de risa y me miran. Tengo dieciocho años, y ahora es cuando me dicen que parecía que tenía doce. Ahora es cuando la risa se me corta en seco y ya no sé si reír o llorar, les digo que si de verdad lo han pensado y la señora de las batallitas de al lado corrobora su parecer. Pongo los ojos en blanco y sonrío en plan cortés. Ésta de hoy no habla tanto como la otra: acaba de preguntarme por enésima vez que cuándo llegaremos. Son las diez y veinte, faltarán diez minutos, contando con el retraso. La señora vive en Santander, es de Quintanilla de Onésimo, tiene un sobrino que vive en Valladolid, sus hijos en Santander, no para de cambiar de asiento y hace crucigramas. Me divierte escribir sobre la gente cuando no sabe que lo estoy haciendo… es una sensación como de cosquillas. No sé, es extraño. Ya vamos por Maliaño, ya queda poco. La gente se prepara. Os dejo, de momento. A la noche nos vemos… aunque tenga que salir al balcón para pillar señal, vamos. Sisaré un poco al gobierno, que pa’ eso están. Hale. Hasta ahora mismuuu!!

miércoles, 19 de diciembre de 2007

Noticias

A ver, varias cosas:

  • El Nippels tiene nombre: Miguel, creo.
  • Comprobado que Guillermo liga con todo, y que va en plan....no se en que plan va, pero va "provocando".
  • A ver, esot es lo mas serio, y que se me olvida de comentaroslo todos lo dias, y a Zanahoria también, así que ahora que me acuerdo, os lo escribo: a ver, que no se si sabeís lo que nos comentaron en la reunión de delegados, lo de las revistas y eso. Bueno, pues tenemos que entregar una lista conn las revistas que nos interesan el día 15 de Enero, así que nos deberíamos de pasar por el lugar ese, y echar un vistazo.
  • Ah, y de esto creo que se ha enterado todo el mundo, pero por si acaso: lo del exámen parcial de lengua, que se haría en Febrero y eso, así que no estaría de más ir poniendo fecha.
  • Ah, y una cosa para los de inglés, auqnue creo que Yirko es el único que no lo sabe: que según vayamos viendo temas de literatura, nos irá haciendo examencillos como el del Lunes.

Y creo que nada más. Eso era todo.

Un cordial saludo de una de las delegadas.jajajaja

domingo, 16 de diciembre de 2007

Carta a Eris

Venga que hace mucho que no os cuento nada y ya es hora de que se me vaya la cabeza con alguna paranoia, ¿no?, pues creo que tengo algo de lo que hablamos un día en la cafetería... (¿que raro verdad? ¿pero nosotros vamos a la cafetería?) ¿os acordais de cuando hablé de lo del Yami? pues hablemos de él o ella, en mi caso es ella....

Yami: parte maligna del alma del ser humano que incita a la persona a realizar malas acciones y luego la conciencia te quema con los remordimientos. (para que me entendais mejor, es el diablillo ese que sale en el hombro de los dibujos que dice "quema la casa" y esas chorradas....)

Zanahoria dijo que ella no tiene ninguno, pero se equivoca, y sino que se lo pregunten a los poltergueis de P.F.A... aquí todos tenemos el nuestro... o la nuestra.... y ya puestos voy a escribirle una carta a la mia, porque me cuesta hablar con ella, siempre tan atareada ideando nuevos problemas para mí y demas cosas....

Querida Eris:
Sabes que me lo paso realmente bien haciendo trastadas contigo y que nunca olvidaré los momentos de broncas y castigos gracias a tí, pero... ¿no crees que ya deberías ir dejándome madurar? lo digo porque ya paso de meterme en tantos problemas y que luego venga la conciencia persiguiendome por todas partes, que ya no se dónde esconderme... anda.... ten compasión o intenta al menos el ser un poco menos mala, ¿ok?

Por otra parte, se que sin tí yo no sería quien soy, tu me has ayudado a echarle cara a las cosas, a meterme con la gente, me has enseñado a hablar mal y de hecho hablo que da pena por la cantidad de takos que suelto..., me he ganado una fama que da pena, de ahí que me digan que soy una mala influencia, ¿verdad Fiyero?, me has enseñado muchas cosas y no me quiero arrepentir de ninguna, porque lo hecho, hecho está...

Nada mas por mi parte, aunque la verdad se que estás de vacaciones y eso... en tu retiro espiritual y es por tu culpa, por la que Niah (parte buena de mi alma, y la que escribe tantas paranoias) me está deprimiendo y haciendome ir por el buen camino, no quiero ningún estremo, pero te hecho de menos... ¿cuándo vas a volver?

siempre tuya, tu amiga y compañera de travesuras:
*****
Venga ya, ahora en serio, me encanta ser mala, lo soy por naturaleza, pero como decía nuestro querido Regales, hay que echar la culpa a alguien de lo que pasa ¿no? pues yo se lo dedico a Eris (que para quien no sepa, Eris era una diosa de la antigüedad, la diosa del caos y la discordia).
¿qué se gana con ser buen@? NADA, para eso es mejor ser mal@, como decía ayer Zanahoria, los malos atraen, ¿no? jejeje...
;) bssssssssssssss // por sierto si encontrais a vuestro Yami se lo podeis presentar a Eris, ok?

Poetas de mi tierra...


"Si muero, que me pongan desnudo,
desnudo junto al mar.
Serán las aguas grises mi escudo
y no habrá que luchar.
Si muero que me dejen a solas.
El mar es mi jardín.
No puede, quien amaba las olas,
desear otro fin.
Oiré la melodía del viento,
la misteriosa voz.
Será por fin vencido el momento
que siega como hoz.
Que siega pesadumbres. Y cuando
la noche empiece a arder,
Soñando, sollozando, cantando,
yo volveré a nacer."

José Hierro - Junto al mar

"Ramos frescos de espuma… Barcas
soñolientas y vagas… Niños
rebañando la miel poniente
del sol… ¡Qué nuevo y fresco y limpio
el mundo…! Nace cada día
del mar, recorre los caminos
que rodean mi alma, y corre
a esconderse bajo el sombrío,
lúgubre aceite de la noche;
vuelve a su origen y principio.

¡Y que ahora tenga que dejarte
para emprender otro camino!…

Por más que intente al despedirme
llevar tu imagen, mar, conmigo;
por más que quiera traspasarte,
fijarte, exacto, en mis sentidos;
por más que busque tus cadenas
para negarme a mi destino,
yo sé que pronto estará rota
tu malla gris de tenues hilos.
Nunca jamás volveré a verte
con estos ojos que hoy te miro."
José Hierro - Despedida del mar (fragmento)

Poetas de Trivial...


"Sólo el afán de un náufrago podría

remontar este infierno que aborrezco.
Crece mi furia y ante mi furia crezco
y solo junto al mar espero el día."
Reynaldo Arenas (Cuba)

"Vientos del pueblo me llevan,
vientos del pueblo me arrastran,
me esparcen el corazón
y me avenan la garganta."
Miguel Hernández

viernes, 14 de diciembre de 2007

En qué se ha quedado lo que se anunciaba como un buen día

Hoy me ha llamado. Lo primero que pensé fue en hacer como si nada, pero la curiosidad me puede y llamo. Nada. Por lo general suelo insistir, pero como la experiencia es una buena consejera, directamente paso. Mañana será otro día, y por lo menos tengo una "excusa". Dios...que asco de gente...
Antes de eso, una mala noticia. Y a esto llaman libertad? Luego se critícan épocas pasadas...
A continuación, un brote de pavo, que otros días me tomo con humor, pero hoy ya voy teniendo bastante, así que pego una voz. Seguidamente, otras voces. Esto por intento de deshaucio de mi manta de cuadros escoceses, que se va a quedar donde está y punto; anda que si se queda.
Si es que siempre es lo mismo: lo que mal empieza, mal acaba. Y aquí todo empezó con las lentejas. Luego, brote de felicidad y su consetecuente desaparición. Las desgracias nunca vienen solas, decía no se quién en Hamlet.
Mientras escribo esto, gano la batalla: la manta se queda ahí. Por fín algo bueno.
Parece que la cosa mejora un poco, pero entonces pienso en el asqueroso interés, y vuelta a lo mismo... Nada, ya está, hoy ya ha sido suficiente. No estoy para nadie, así que me encierro con el pobre Bethoven, y posiblemente el pequeño carboncillo y el cuaderno...La idea es tener la mente ocupada hasta que llegue lo que te hace ver las cosas de otra manera. Algo que parece ahora muy lejano... Pero que ahí estará, esperando el momento propicio para hacerte ver que la vida, al fin y al cabo, no es tan mala como parece.

La perdida (del bus de las 4), la reflexion (sobre la inmortalidad del cangrejo) y el viaje (en coche patrulla)

Son las 3.15 de la tarde. Yirko sale de su puesto de trabajo y se dispone a comer. Come como una exhalación y se dispone a darse una ducha con agua fria (su hermano ha gastado toda el agua caliente) y a cambiarse su polvorienta ropa de trabajo por otra algo más decente (no mucho más) para ir a clase. Son las 3.57. Sale corriendo a coger el bus y... lo ha perdido. Vaya por dios, hoy no hay suerte. El enfado de Yirko es más que evidente. Trabaja para pagar las facturas de la facultad y luego resulta que no puede ir a clase. Menuda mierda (perdón por la malsonancia [mentira]). Alguien dijo una vez "Don dinero, don dinero caballero andante que todo lo puede". Yirko añade: "menos hacerme llegar pronto a clase".

Yirko se resigna. No le queda más remedio que andar los poco más de tres kilómetros que hay hasta la próxima parada. Donde la frecuencia con la que pasan los buses es menor. Se coloca los cascos (del mp3, no penséis que el pobre Yirko es como los caballos) y empieza su andadura. Mientras anda en su cabeza se reproduce una discusión que tuvo no hace mucho con su querido (mentira) hermano: ¿son los hombres lobos inmortales?. Despues de mucho discutir llegamos a la conclusion de que si y que además molan más que los vampiros. Después de recordar esta absurda conversación piensa en otra cosa algo más absurda (si cabe): la inmortalidad de los cangrejos. Empieza a darle vueltas al asunto. Su cabeza funciona más o menos así: ¿serán realmente inmortales?. porque claro, cualquiera ha visto un cangrejo muerto en la seccion de congelados. Pero ¿y si no les hubiesen llegado a pescar?. ¿Vivirían eternamente? Quién sabe. Habrá que mirarlo porque como dice mi querida (mentira) amiga Zanahoria todo es cultura.

Va haciendo autostop a ver si algún coche para. Nada nadie recoge al pobre Yirko. Entonces una patrulla de la Policía local para. Yirko se asusta. Piensa que le van a detener por posesión ilegal de bollos con droga (para los que no sepan a lo que me refiero os jodeis y esperais a que publique la historia en el blog). La patrulla para y el agente pregunta a Yirko: Chaval, ¿a donde vas que te llevamos?. Yirko se alivia, no irá a la carcel, de momento. Les dice que va al centro y los polis le dice que bien, que tienen que bajar hasta parquesol y le pueden dejar en el corte inglés. Yirko sube y una amiga de su padre lo ve en el coche. A saber que pensará. Da igual porque llego pronto a clase.

Y ahora vosotros, queridos lectores (mentira), es cuando decís: porque te refieres a ti mismo en tercera persona Yirko?. la respuesta: porque puedo quiero y me sale de los Cuyons.



jueves, 13 de diciembre de 2007

El repartidor de sonrisas

Hoy he vuelto a sentir que estaba en casa.

Hace dos años, mi vida era más o menos un caos. Mi casa estaba en ruinas, ajada de parte a parte y surcada de grietas anchas e inseguras, esperando que el Gobierno regional y la comunidad se pusieran de acuerdo para arreglarla… pero ésa es otra historia todavía más larga que no viene al caso. Así que yo entonces vivía de alquiler en una casa de la parroquia del colegio donde trabaja mi madre, en un piso pequeño, frío, a base de bombonas de butano y casi con velas, con unas paredes finas como papel de fumar y unas humedades del copón. Había empezado bachillerato, hacía el Internacional a la vez y el estrés era ya máximo, incluso a principio de curso, las prácticas de laboratorio empezaban ya a acumularse, los trabajos ocupaban ya demasiado lugar en mi cabeza y tenía ganas de dar marcha atrás y dejarme de internacionalidades. Estaba en tercero de la Escuela de Idiomas, al quinto pino a la derecha por decirlo así como finamente, todo en cuesta. Encima, mi clase en el sexto piso. Para variar. Acababa de comenzar en la coral Salvé de Laredo, tenía voluntariado en Cáritas y tenía que subir a mi hermano al conservatorio, ir a llevarlo y a recogerlo al colegio. Resumiendo… sí, mi vida era más o menos un caos.

Un lunes en mi vida hace dos años suponía levantarme a las 6.45, empezar las clases a las 7.45 y salir a las 14.20. A veces volvía a comer a casa, las más me quedaba a comer un bocadillo o una tortilla compartida en clase de los de ciencias, en el tercer piso, no me compensaba volver a casa. Clase de nuevo a las 15.10, Teoría del Conocimiento, Mates, Historia, salgo a las 18.00. Tengo una hora libre y subo a ver a mis niños, los del proyecto Anjana, todos con problemas educativos, económicos, sociales. Son marginados, viven en un mundo aparte, algunos retrasados, otros huérfanos, la mayoría de aquí, tres o cuatro inmigrantes, algún gitano, todos enormemente faltos de cariño. Reparto besos, golosinas, achucho a Saray y a Luis (mi novio secreto de siete años), le saco la lengua al colombiano, le guiño un ojo a mi princesa rubia y de ojos azules y me deshago en besos con Patricia, que tiene mi edad y un síndrome de algo. Me apena separarme de ellos. Tengo que llegar a clase a las 19.00, alemán hasta las 21.00, dos horas interminables. A las 20.30 empezaba el ensayo de la coral, siempre llego tres cuartos de hora tarde, subo una de las infernales cuestas de Santander hasta el colegio de las Mercedarias. Los tímpanos me estallan, las voces se me clavan en los oídos, hasta las diez y media. Salgo muerta, le revuelvo un poco el pelo a Cecilia, la hija de una compañera, bajo a casa con Raquel y Marina. Por detrás del ayuntamiento me despido de la última, llego a casa pasadas las once, ceno y no puedo más. Me quedo dormida al instante, el cansancio me puede, y es lunes. Imaginaos el resto de la semana. No me queda más remedio que levantarme los martes a las cinco de la mañana para hacer los deberes. Es mi muerte diaria.

Y esto día tras día. Así dos años, el último al menos en mi propia casa. Y no voy a empezar a quejarme (que luego Yirko me dice que siempre me estoy quejando), hay mucha gente que vive peor de lo que yo lo pasé. Pero aquello no era vida, era una sucesión de hechos, uno tras otro, de palabras, de minutos, de horas.

Lunes, miércoles y ocasionalmente viernes, días de alemán en la Escuela. Subo cargada de problemas, a veces estudiando, otras veces leyendo lo que no puedo leer en la cama (compartía habitación con mi hermano y era imposible tener la luz encendida más allá de las diez, cuando mi hermano se va a dormir), la mayoría de las veces casi dormida, pensando en lo asquerosa que es mi vida y en las ganas que tengo de desaparecer, o de matar a la profesora de Sistemas, o a la de Matemáticas, o a Manolo, o de tirar una bomba y matarlos a todos a la vez (a ver, Marisa, sin tomárselo en serio, son cosas que se dicen).

Entonces ocurría el milagro. Subo Cisneros y él baja. Es un hombre de unos cuarenta años, parece árabe, de tez morena, ojos esquivos y muy negros y una bufanda de colores. Nos cruzamos, me mira un instante, sonríe, se le ilumina la mirada y la cara y luego mira al suelo, me esquiva con los ojos. Es en ese momento cuando todos mis problemas desaparecen, sonrío, soy capaz de sonreír por un instante y siento que mi vida es perfecta. El sentimiento es inmenso, aguardo con ilusión al siguiente día de alemán para que me vuelva a sonreír, para volver a cruzarme con él y sentir que nada más importa y que puedo con todo.

Hoy tocaba compra grande. Venía cargada con cuatro bolsas, dos litros de leche, otro de zumo, miles de cosas. En el portal, lo típico. Me faltan manos para alcanzar las llaves, me cago hasta en San Pedro y estoy a punto de darle una patada a la barra de pan (que ya parece una salchicha en vez de pan) cuando veo a un chico dentro que corre y me abre la puerta. Me sonríe y lo veo. No es él, pero me recuerda a él. Éste es de piel muy, muy blanca, con gafas, no lleva bufanda de colores ni tiene mirada esquiva.
Pero, de alguna manera, es él.

Le doy las gracias cinco veces seguidas, se ríe viéndome lidiar con las cuatro o cinco bolsas en un solo dedo, voy a matar a alguien, pero el mismo sentimiento de perfección me invade, soy feliz, vuelvo a darle las gracias y me sonríe, me sonríe.

Hoy he vuelto a sentir que subía a la Escuela de Idiomas. Hoy me he sentido feliz. ¿No hablabais de felicidad? Quizá la felicidad sea solamente una sonrisa inesperada en un portal, o en una cuesta de camino a clase de alemán.

martes, 11 de diciembre de 2007

Hebba

(Advertencia: a pesar de que he intentado ser breve, el texto es largo. Sorry.)

Hay personas que pasan por tu vida sin dejar rastro, y otras que dejan una huella del todo imborrable. Hebba es de este tipo de personas que uno no olvida fácilmente. Parece ya cosa del pasado, pero no lo es. Me gusta pensar que ella me recuerda con el mismo cariño que yo, quizá nunca pueda saberlo, pero tampoco sé si quiero saberlo.

Hebba y yo nos conocimos un verano, hace ya diez veranos. Casi nada. Yo tenía ocho años, mi hermano dos recién cumplidos, y ella, diez. Escribí sobre ella una historia corta hará algún tiempo, un patchwork de momentos felices y tristes que vivimos ese verano, ese verano interminable, pero la historia se me quedó en Santander, así que intentaré resumirla en dos o tres anécdotas de muchas.

Ante todo, ella. Hebba es, era, una niña delgada, de color café oscuro, no demasiado alta para su edad (apenas me sacaba unos centímetros y dos años), con unos rizos preciosos y unos ojos inolvidables que me hicieron escribir otra historia sólo para ellos, para esos ojos grandes, oscuros y profundos que no se me van de la cabeza a pesar de los años.

Su nombre, Hebba, significa “cariño” en árabe, un nombre que le sentaba a la perfección. Hebba vivía, vive, en un campamento de refugiados al sur de Argelia, justo en la frontera con Marruecos, en mitad del desierto. Hebba tenía diez hermanos, tres cabras y un futuro negro, un futuro que desgraciadamente es ahora presente.

La vi por primera vez en la Plaza de las Farolas de Santander (una plaza que el terrorismo reventó y que ya nunca será lo que era), en medio de un montón de niños asustados, todos árabes y morenos, sucios, llorosos y que no comprendían nada del mundo que los rodeaba. Hebba estaba quieta, con las manos enlazadas y una camiseta demasiado pequeña y de un color indefinido tras la mugre. El señor gordo del bigote, parece que aún puedo verle, la empujó hacia nosotros, nuestra niña no había venido y nos quedábamos con aquélla en su lugar. Hebba me miró, nos miró uno por uno, parecía que se iba a echar a llorar, mi hermano y yo la cogimos cada uno de una mano y le echamos un sonrisón triste, nervioso, inseguro. No reaccionó.

Salimos de la plaza, vio los coches, se maravilló, sus grandes ojos querían verlo todo. Salimos al paseo marítimo y se extasió. Agua, agua, agua. Hacía sol y viento, típico de Santander, y las olas se arbolaban en la bahía. Hebba parecía en éxtasis.

Llegamos a casa. Era la hora de comer. Entramos los tres en el baño, mi hermano, Hebba y yo, y abrí el grifo para lavarme las manos. Hebba saltó. ¡Salía agua! Aquello era una maravilla, un sueño, ¿quién podía pensar que girando la manilla iba a salir agua? Sus ojos destilaban felicidad. Recuerdo que me hizo cerrar el grifo y volver a abrirlo, así diez minutos, ensimismada. Y nos obligó a lavarnos las manos con un hilo de agua, para que no se malgastara. En el campamento, les llevaban el agua en camiones, y con dos baldes subsistía toda su familia durante una semana.
Doce personas y tres cabras.

Llegó el día en que fuimos a la playa. Qué fue aquello, madre mía. Hebba parecía una niña con zapatos nuevos. Agua, agua, agua. Chapoteaba, se tiraba, nada le daba miedo. Yo me reía sin parar desde las rocas, era un espectáculo verla tan feliz. Y después fue casi imposible sacarla de allí, mi madre se moría de risa. Yo chillando y chillando “¡Pero Hebba! ¡Que nos tenemos que ir!”, y ella riendo y chapoteando, y mi madre, partida, diciendo, “¡Que venimos mañana también, Hebba! ¡Que no se van a llevar el agua!”. Al final se fue, pero mirando hacia atrás siempre, recelosa de que todo aquel agua se escondiera en algún sitio en cuanto ella se diera la vuelta.

¿Así que hablamos de agua? No puedo evitar emocionarme cuando me acuerdo de Hebba, de mi Hebba, de esa hermana árabe que tengo de ojos oscuros e interminables, que de niña lloraba con el agua y que tantas cosas sobre la vida me enseñó. Desde que tengo ocho años no he vuelto a abrir de más el grifo, lo hago siempre todo con un hilo de agua, y nunca desperdicio agua si puedo evitarlo. Son manías que a una le quedan de esos años. El agua es un bien que no todos pueden disfrutar, y es una de las cosas que más rabia me dan del mundo, siempre igual, unos tanto y otros tan poco. Gente que muere de sed, de hambre, cuando yo no tengo más que abrir el grifo o la nevera.

Me siento culpable de tener la suerte que tengo. Hebba quizá no se acuerde de mí, tiene ahora veinte años, estará casada con algún indecente y tendrá ya tres hijos… pero quiero pensar que no, que se acuerda de mí, del agua, de todo lo que vivimos juntas aquel verano. Uno de mis muchos sueños es encontrarla algún día. En algún lugar entre Marruecos y Argelia. Al sur, muy al sur.

sábado, 8 de diciembre de 2007

¿Qué pasa con el agua?

A ver, os voy a plantear una cuestión que lleva bastante tiempo rondándome por la cabeza.

No hacen más que aconsejarnos que ahorremos en el consumo de agua, que nos vamos a quedar sin nuestro bien más preciado.
Pero lo que yo digo es lo siguiente(a ver si consigo explicarme):

El agua que usamos viene, por poner un ejemplo, del río. Entonces, cuando nos damos un baño, fregamos..lo que sea, ese agua digamos que vuelve al río. Y en este mundo, donde la ciencia predomina, y se dice que de la nada nada se hace, entonces, cómo es eso de quedarnos sin agua?
Marisa me contestó al decirla esto, que el agua en verano,por ejemplo, con el calor, se evapora, y que quieras o no, ahí se pierde algo. Y yo digo que sí, se evapora, pero vuelve a ser agua, y que el agua se va a evaporar lo usemos o no. Así que, entonces?

Que, a ver, a mi me parece bien todas esas campañas, que estoy a favor de la protección del medio ambiente. Simplemente es una duda que me surgió.

Escribo esto aquí porque me gustaría saber vuestra opinión, y si alguien me puede resolver la duda, por favor, que lo haga.
Un beso a todos ;)

Juventud divino tesoro que te vas para no volver

¿Quién no echa de menos ser un niño?. Aquellas clases en el colegio que duraban una hora pero que a nuestros ojos duraban por lo menos una eternidad. Aquellos profesores que te decían que el estudio era importante, vital para llegar a ser aquello que nosotros deseábamos ser. Recuerdo aquel profesor de lengua que me decía que tenía que aprender a escribir mejor o a aquel tipo que nos hacía cantar el himno cuando te dormías en sus clases. Y luego el recreo. Si el recreo. Querido recreo en el que siempre alguno liaba alguna trastada o había alguna pelea (cosa muy normal en colegios sólo de tios). Recreo que durase media hora, una entera o 6, siempre resultaba insuficiente.

Se acaban las clases, suena la campana cargada de esesentimiento de libertad que le es, sin duda alguna, inherente. Los autobuses esperan. Ah no, que a mi me buscan mis padres. Bueno, pues a esperar. ¿por qué tardará siempre tanto?. Dios sabrá. Ya viene, ya puedo ver la Jeep Wagoneer del setenta-y-tantos que un día perteneció a mi abuelo. La columna de humo negro que sale de su tubo de escape unido a su singular pistoneo la hacen inconfundible. Abro la pesada puerta y subo. Siempre me he preguntado por qué huele, ha olido y olerá siempre a gasolina.

Mientras escribo aparece un gato entre la densa niebla que hace perfectamente visible los haces de los focos halógenos. Hacen tres grados en el banco en el que estoy sentado y la niebla no solo dificulta la vista sino que tambien moja. Me encanta. Vuelven los recuerdos, las añoranzas. Veo en mis cerrados ojos el patio de la casa en la que pasé buena parte de mi niñez. Aquel siempre soleado cuando no lluvioso patio. Y recuerdo mis maratonianas sesiones de television (previa realización de las sumas restas y demás deberes mandados por el profesor). Aquellos dibujos siempre estarán en mi memoria. Los Supersónicos, Los Picapiedras, Tiroloco McGraw y su amigo Pepe Trueno son sólo algunos de los personajes a los cuales va asociada mi niñez como el Día de San Crispín a la batalla de Aguincourt.

Dejo atrás los dibujos y me llega el olor a Navidad. El Sauer Kraut, el pernil asado, el puré de patatas. Empiezan a llegarme tambien los sonidos que iban indiscutiblemente unidos a la cena de Navidad: las discusiones entre mi madre y mi abuela (su suegra), el ruido de los petardos y las prohibiciones expresas a mi hermano y a mi de lanzar si quiera uno. El árbol cargado hasta arriba ycon regalos a sus pies tres días solamente: el 6 de diciembre (San Nicolás), el 25 de Diciembre (el Niño Jesús) y el 7 de enero (los Reyes Magos)

Mientras escribo oigo Bach. Vuelvo a recordar. Veo aquella orquesta formada por, al menos, un centenar de niños. Recuerdo aquellos profesores amantes de la música dirigiéndose a nosotros, a aquellos niños a los que tanto trabajo les había llevado disciplinar. Pienso en aquellas clases a las que hice ovillos para ir al aeródromo y reunirme con aquel viejo teniente amigo mío que me esnseñó a volar en aquella vieja avioneta, último recuerdo de una era aeronáutica ya olvidada. Recuerdo a aquel hombre que me llevó a aquellos cielos azules, cuando no grises que yo ansiaba tocar.

Mi madre solía decir: juventud divino tesoro que te vas para no volver y te hundes en el mar de nuestros recuerdos.

Y ahora yo me pregunto qúe me causa esta melancolía. ¿es el mero hecho de que añoro mi niñez?. ¿O es que acaso lo que añoro son los lugares en los que tuvieron lugar?. ¿Aquella patria que me vió nacer y a la que nunca más volveré?. Puede ser, no lo sé. Y si es así tendré que quedarme con el dicho latino "ubi bene, ibi patria" (donde se está bien, está la patria).

Se acaban las baterías del mp3. Se acabó la inspiración. Se acabron las palabras, por ahora.


viernes, 7 de diciembre de 2007

Una buena noticia

Me ha costado, me ha dado pereza pero...por fín me decidí a leer el Simplicius.jajaja. Y oye, no es tan malo como parece, eh? Ya desde el principio mete humor y ironía sin parar. Así, en un momento, he leído tres capitulillos, porque son muy cortos, de manera que no se hace muy pesado. Y nada, eso, que os animéis, que hay cosas peores en la vida!!! jajaja. Bueno, me marcho, que me esperan para ver Shrek Tecero. XD . Besucos para todos ;)

PS. Ahora que me acuerdo, os recomiendo Ratatuille, que la ví el otro día, y está divertida. :)
PS. Ah, y si alguien sabe por qué me sale el blog en inglés, que me lo diga...que me crispa...

Día 2 (para abreviar y tal)

Considerando que son las diez de la mañana, mucho, lo que se dice mucho, no me ha pasado, excepto que he tenido dos tentativas de despeñamiento de la cama en mitad de la noche, que algún reloj desaprensivo ha hecho las delicias de mi insomnio y que el mapamundi infantil ilustrado que decora la pared de la habitación de Luis me atrapa por completo. Es divertido ver chinitos, y las cataratas del Niágara, y de todo, y sin moverte del suelo. Yo tenía un libro enorme de pequeña (que me regaló mi tío el de la Marina, que es el mítico tío que te hace regalos porque todavía no tiene hijos) que te contaba historias de todo el mundo, y que tenía un mapamundi desplagable precioso, que yo me pasaba horas y horas mirando y desgastando con la imaginación. Luego tuve el libro del ratón Houdini, que se escapaba siempre y aparecía en la otra punta del barrio. Y Napoleón, un gato naranja que vivía en una tienda de juguetes. O Villa Baza, donde todos vivían en una calabaza, o la familia Patátez, que eran tropecientos críos, un perro, un gato y una madre desesperada (siempre me pregunté dónde estaría ese padre) y que vivían en un zapato enorme que tenía goteras cuando llovía.

No sé por qué me ha dado ahora por recordar libros de infancia, creo que la culpa la tiene el póster de Luis. Bueno, pues aparte de toda esta verborrea, tampoco pasó mucho... me fui a la cama con mi vaso de leche fría y mi libro, y casi me quedo sopa con el libro encima. Es que justo va y se pone interesante cuando ya empiezo a dormirme, yo creo que esto debe estar contemplado también en alguna ley de Murphy, porque nunca falla. La cosa es que le estaba contando el Custardoy este al protagonista (al que no aguanto, por cierto) que la primera mujer de su padre fue su tía, muerta de enfermedad según le habían contado, se había pegado un tiro nada más casarse con él. A eso lo llamo yo puntería, o visión de futuro. A lo mejor es que el padre era un cansino, vaya usted a saber. Lo que está claro es que al prota no le soporta ni su mujer, pedazo tío cansino. O bueno, a lo mejor es todo producto de esa curiosa aversión que siento siempre por los protagonistas. Siempre me pasa, odio al personaje central y me gusta algún secundario. Yo es que la gente que va por ahí de protagonista es que no la trago. A Harry Potter, por ejemplo, le tengo una inquina secreta y persistente desde el primer libro. Sin embargo, Ron es el personaje de mis amores, porque es real, es creíble, se enfada, tiene sentimientos encontrados, a veces tiene miedo, duda de sí mismo y siempre tiene que achuchar con ser el segundo en todo. Con lo que jode eso, madre mía, yo que siempre quedaba segunda en velocidad, segunda en reflejos, segunda en...arrrghhhh.

Bueno, me despido por hoy, quizá a la noche vuelva, no sé. Mañana a lo mejor paso la noche en la residencia de una amiga (esa que me iba a meter debajo de la cama, sí), no sé si tendré tiempo de escribir. En todo caso, ya sabéis. Achuchones y besotones for everybody.

jueves, 6 de diciembre de 2007

Andanzas oso-madroñenses de una cántabra avallisoletanada (día 1)

Entre turno y turno del Trivial, y ya que el messenger de este trasto data de la desaparición de los dinosauros y no tengo otra forma de contactar con vosotros y relataros mis aventuras y desventuras oso-madroñenses, me veo en la obligación de bloggear un rato....pues eso, que aquí me tenéis.

La frustración que siento en estos momentos alcanza cotas hasta el punto insospechadas para la ciencia...maldita sea, ni un cochino quesito he conseguido. A períodos regulares se oye una curiosa explosión en algún punto del barrio, debe haber una boda gitana... o algo (xD). Lloremos un poco, acabo de perder un reluciente quesito amarillo. La culpa es de Napoleón, por supuesto, de quién si no, y de Gérard Depardieu, de paso, por no haber hecho de Inspector Closeau (?) en La Pantera Rosa.

Bueno, os diré que he estado viendo una exposición de grabados de Durero y de Cranach, del Renacimiento y el Humanismo alemán, precioso de la muerte que te pasas. Para culturizarse un poco, que nunca viene mal. Ah, y un belén napolitano.
Y, por supuesto, hubo parada obligatoria en Cortylandia. Eso que no falle.
Jo, y he estado a punto de morir aplastada en un intento de alcanzar la Plaza Mayor de Madrid, con mi hermano de una mano y una bomba de nata en la otra (cuya integridad debía ser preservada por encima de todo, incluso de una guerra nuclear guión bacteriológica).

Y... no sé, acaba de haber una explosión y síiiiiiiii!!!!!! acabo de conseguir un quesito marrón!!!!! Pero cómo me quiero. Desde luego...

Bueno, ya se me ha acabado el repertorio de chorradas. ¡Ah, bueno! Como nunca se acuesta uno sin saber algo nuevo, hoy he aprendido a hacer funcionar una tostadora (xDDD). Y ésa es mi acción solidaria de hoy.

Así que nada, cuando gane mi padre al puñetero Trivial de los Eis me desalojaré a leer a Javier Marías en el cuarto y la cama de Luis (sic). Mañana continuará, con suerte, el relato de mis andanzas chulapeñas.

Achuchones y besotones para todos.

P.D: Ya llevo tres quesitos jejeje. ;)

martes, 4 de diciembre de 2007

Viajar...

Dedicado a John M. y compañía, por los viajes que sin duda haré, y a todos aquéllos que, como yo, les encanta viajar
Hace algunos años, conversaba yo con cierta persona que me dijo quen o le gustaba viajar. No lo entendí entonces, y ahora, siendo más mayor, sigo sin entenderlo. Cómo no puede gustar viajar?? Si viajar es...es...qué es realmente viajar? Es difícil de decir...
Pensando en ello, me dí cuenta, como bien dijo Stevenson, de que lo interesante de viajar, no es llegar a un sitio, sino el ir simplemente...experimentar la alegría, la emoción, el cosquilleo que sientes sólo de pensar en ello, y nada decir cuando realmente estás...porque todo es sorpresa...no sabes lo que te encontrarás; ya que ningún viaje es igual a otro, y en ellos, hasta los desastres se convierten en aventuras...Por lo tanto, no es felicidad lo que buscamos al viajar? Pero ésta es efímera...Entonces, que es lo que pretendemos obtener? Yo creo que la persistencia en la memoria...la experiencia que nos hace no sólo valorar lo nuevo, sino también lo ya conocido, y por suspuesto, entendernos a nosotros mismos.
Por último, a modo de conclusión, cito las palabras de M.Bard: "...viajar es algo más que ver paisajes; es un cambio que ocurre, de forma profunda y constante, en las ideas de la vida...". Esto es seguramente lo que debería haber contestado a aquélla persona cuando me dijo que de que servía viajar, pero bueno, hubiera dado igual, porque ni tenía ideas de la vida ni las tiene, así que... Me conformo con que os haya hecho pensar sobre el viajar. ;) Un beso a todos.

Y yo que pensé que no tenía traumas

El Pequeño Larousse Ilustrado, edición de 1965 (antiguo ya lo se pero es el que tengo), define el pánico como un miedo súbito o un terror súbito sin fundamento. Miedo, pavor, espanto, terror, jirama, acojone o "tener los huevos de corbata" (lo siento por la malsonancia [mentira]) son algunos de los sinónimos que tiene esta palabra.

Ahora es cuando ustedes, queridos lectores (mentira), se preguntan algo así como: ¿y todo esto para qué?. ¿Qué tiene esto que ver con un relato corto?. Pues muy sencillo, resulta y acontece que hay un libro de cuentos dedicado a niños de entre 3 a 6 años llamado "Der Struwwelpeter" (si no sabeis lo que significa os jodeis, lo buscáis y me lo decís) y su transfondo es quitarles ciertas manías a los niños como pueden ser comerse las uñas, no comerse la sopa, estar siempre embobado, etc. mediante la utilización de imágenes (coloreadas, a mi parecer, con cariocas chinos y a mala leche) relativamente violentas.

Bien, pues resulta que yo tenía algunas de estas manías (que narices, las tenía todas) y viendo que la zapatilla no conseguia los resultados deseados (salvo desarrollar unos reflejos mejores que los de los gatos) optaron por el ataque psicológico. Funcionó. El acojone que me metieron en el cuerpo fue tal que se me quitaron las ganas de comerme las uñas, me comía la sopa sin rechistar y se me quitó... no espera... lo del embobamiento sigue ahí. Pues hoy, mas de doce años después desde que leí por última vez aquel libro, cuando ya no recordaba su existencia, voy y lo encuentro (hay que joderse).

Imaginaros el acojone que pudo haber sentido un soldado estadounidense un 6 de junio de 1944, justo antes de que la puerta de su vehiculo de desembarco se abriese y lo metiese de lleno en la playa de Normandía. Pues multiplicadlo por 10 y aún asi no os acercaréis ni un pelo a lo que sentí cuando encontré el dichoso libro. Fué una sensación de pánico intensa, un miedo que te brota directamente de lo más profundo de tus entrañas y te recorre todo el cuerpo. Una sensación tan extraña que parece ajeno a ti pero que a la vez reconoces como tuyo. Ese miedo irracional me devolvió a los cinco años. Todo lo que estaba a mi alrrededor desapareció y me invadieron los recuerdos de una manera tan intensa que parecia que podia tocarlos. Incluso me pareció que el tiempo se detuvo. Es que vamos, estaba más acojonado que un chino haciendo el reparto a la casa de Rambo.

¿Para que os cuento esto?. Pues muy simple: para que no le hagáis esta putada (lo siento otra vez por la palabra malsonante [mentira]) a nadie. A ningún niño (puede que a los primos que siempre son unos pesaos). Si algún dia tenéis problemas para que un chaval se tome la sopa, se la hacéis tomar con un embudo; si se come las uñas, le untais los dedos con picante. Y si todo esto no funciona, pues aplicais lo que a mi querida (mentira) amiga La Comtesse opina que se debe hacer: un guantazo a tiempo y solucionado el problema. Así se ahorra más de un trauma


¿Remordimientos?

Hola de nuevo, se que parece monotema o algo similar, pero la verdad es que acabo de cenar y entre otras cosas mi madre ha traido una cosa nueva, al principio nada mas verlo me pareció jamón, y luego pensé en la cecina (no pretendo dar un relato acerca de comida ni nada por el estilo...), pero lo peor fue cuando me dijo qué era, ¿adivinais? Jamón de Pato, y claro yo he empezao a pensar en nuestro querido Pato Científico... y dios que runrun... runrun por aquí, runrun por allá...
Y para colmo de los colmos, lo he probado... sé que podeis pensar que es un poco estupido bien por el hecho de que vaya gilipollez lo del pato, o l de darlo importancia, o bien que soy una persona cruel porque sabiendo lo que es y voy y lo como.... y la conclusión es que... estámucho más rico el jamón de toda la vida, dejemos a los patos a un lado...
Pues ale, ya me he "confesado" y me he quedado a gusto por decirlo... no me mireis mal (o en este caso, no me leais con mala cara) y dejadme en paz con mis paranoias y demas cacaos mentales que tengo yo... que sin mis cosas no sería yo, ¿no?.
En cuanto al título de la entrada.... puede que haya algún remordimiento... aunque creo que va a ser que no, porque ahora ya no soy ni persona, ya mi mente no va como de costumbre... asi que gente, me despido hasta mas ver.
Sed buenos y no jodais al prójimo, que eso está muy mal, aunque algunos se lo merezcan... pero igual luego te surgen remordimientos....

(si considerais adecuado quitar esta mini-chorrada de entrada, quitadla ok?)

lunes, 3 de diciembre de 2007

Reflexiones en un vagón de tren 1

(el título es copyright de Fiyero) - Aviso: el relato es largo. Tanto, que como no entraba en uno he tenido que postearlo en dos entradas. Así que lo que viene después es todo seguido. Que lo disfrutéis.

Hoy no puedo.
Por más que lo intento, por más que miro el atardecer por la ventana del tren, por más que quiera vaciar mi cabeza, hoy no puedo.
Los problemas se me agolpan, me martillean en las sienes, pugnan por salir al exterior. Lloro. Aún no sé por qué, pero ya dije que me duelen hasta las miguitas de pan de mi bolsillo. Me rompo con la simple presión de los pensamientos.

No puedo dejar de pensar. Me gustaría poder hacer que todo desapareciese, que el tren dejara de moverse, que la gente enmudeciera y se convirtiera en piedra por unos instantes.

Afuera sigue habiendo luz. Mi vagón se desliza como si volara, apenas siento las vías. Es porque aún vamos a poca velocidad. Hileras de plumeros a derecha e izquierda, árboles semideshojados, una iglesia, prados verdes y ondulados y montañas, montañas. No reconozco nada. Paramos. Un golpe brusco.

Reanudamos la marcha poco a poco. Urbanizaciones de caravista negro y rojo a mi izquierda. Un mordisco al monte. Arriba, sólo cielo. Un cielo embotado, entre gris y añil, un color que sólo tienen los cielos del norte. Otro golpe brusco. No sé por qué paramos y avanzamos alternativamente, nunca antes me había pasado. A la derecha, los bosques de eucaliptos, "ocálitos" para mi abuelo, me hacen recordar las clases de Geografía del año pasado. Las echo de menos. Echo de menos mi sitio en la esquina de la primera fila, justo al lado del proyector de diapositivas; las ojeras de Celada (el profe de Arte y Geografía); sus paseos por la clase; sus camisas de cuadros, arremangadas hasta el codo; esa forma de hablar... y ese sueño de primera hora, que para los del Internacional ya era la segunda.

Paramos en Renedo. Nadie se baja, una pareja sube. Oscurece deprisa, y apenas son las 17.40. El perfil de las montañas azules ya casi se pierde, se desdibuja allá en el horizonte. Árboles fantasmales a mi derecha.

Y en mi interior... pensamientos, únicamente. Escribir los distrae, y eso me viene bien. No quiero pensar en nada, sólo escribir, escribir...

El aire frío se cuela por alguna rendija. Tendré que investigar por dónde. El paisaje de hoy es desolado, triste, apagado, sin vida. Parece sacado de un cuento de terror, quizá de Lovecraft o de Poe, incluso hasta de Palahniuk. Lo único que rompe la magia es ese gran cartel del Carrefour, visible en 8 km. a la redonda como mínimo. Las luces de la autovía de Torrelavega se encienden. Llegaremos de un momento a otro.
Apenas tres personas se alejan al marchar el tren. Tristeza. Desolación.

La bruma envuelve el valle del río Besaya. De algunas chimeneas brota ya un humo blanco y espeso, como el que salía en invierno de la casa de Lela, que es como llamaba yo de pequeña a mi bisabuela. Cotilleo en la mochila... ahí siguen las patatas tristes del viernes. Brindo a vuestra salud.

Veo pasar una estación conocida, conocidísima. Madre mía, Los Corrales de Buelna. Qué recuerdos. Fue cuando yo tenía diez años, en quinto. Hicimos una excursión inolvidable, y recuerdo las fotos que Alfonso, aquel director de mirada y corazón azul, nos hizo a todos. Marta, Diego, Inés, Werner, Manolo, Aída, las gemelas, Pedro... allí seguimos todos. En esas fotos en la estación.

Os puedo asegurar que el viaje es precioso. Vamos encajonados en las hoces; allá abajo adivino el río, la carretera al otro lado. Intento comer algo, pero lo que quiero es escribir y dejar que mi yo se vacíe en palabras.

Sólo veo cielo. Cielo, y los árboles recortándose en él. Nada más.

Paramos en Las Fraguas. A lo lejos se intuye, que no se ve, la casa de "Los Otros".

domingo, 2 de diciembre de 2007

Reflexiones en un vagón de tren 2

(2ª parte)

Vuelvo a escribir. Ya son las 18.45, acabamos de pasar Reinosa.
Qué espectáculo. El tren en la colina, y un campo de luces que se extiende bajo nuestros pies. Parecen luciérnagas, alfileres en medio de la noche. Porque ya es noche cerrada.
A lo lejos, flashes de neón rojo. Oscuridad y voces.

No sé si habré dormido, a lo sumo he dado dos cabezazos, pero ya tendré tiempo de descansar. Esta noche tampoco he dormido, la situación me ataca.
El revisor aún no ha pasado, me jode pensar que podía haber ido hasta Reinosa por la face. Quizá incluso mucho más allá.

No sé muy bien si os estoy escribiendo esto a vosotros... es más bien una especie de terapia, lo hago ya por inercia. Los sentimientos salen más fácilmente.
¿Os preguntáis qué me pasa por la cabeza? Yo también me lo pregunto.
La verdad es que todo está hecho un batiburrillo. El viernes, la semana en general, las cosas que no tenía que haber dicho, que haber hecho, que haber siquiera permitido que pasaran por mi mente.

Así soy yo. A veces soy, a veces no soy. A veces lloro, río, pienso, me hundo, avanzo, adelanto, retrocedo dos pasos y vuelvo de nuevo al punto de partida. Siempre tímida, de golpe y porrazo me abro. Y a veces me arrepiento de ello. A veces no encuentro la frontera. A veces no sé qué hacer.

A veces tengo miedo de convertirme en otra persona, de cambiar, de ser alguien que no soy, de que la gente me rechace, de no sentirme querida o de no saber querer lo suficiente.
Mi gente ya lo sabe, y vosotros llegaréis a saberlo. Mis pros, mis contras, mis sueños, mis miedos, mis secretos y mis ilusiones. Que a veces me enfado, pero que se me olvida a los cinco minuto y que, hasta ahora, no he sido capaz de guardarle rencor a nadie. Que a veces necesito que alguien me diga que me quiere. Que a veces me gusta estar sola. Que a veces no soporto estar sola. Que la mayoría de las veces estoy de broma, que me gusta reír, y hablar, y gesticular mucho. Que me gusta oír una voz amiga cuando lo más lo necesito.

Que soy capaz de llorar escuchando el rumor de las olas al romper en la playa, o viendo cualquier película, o porque en un momento me siento mal, o porque veo algo idiota que me conmueve.
Que me da miedo la oscuridad. Que a veces me da vergüenza ser como soy. Que me gustan los cuentos y las películas de terror, aunque odie la oscuridad.

Que me gustan los ojos de la gente, los ojos oscuros, castaños y verdadeiros, igual que la canción. Que me gustan los helados, el chocolate, y que hago tortilla de patata cuando me deprimo.
Que me gusta observar a la gente sin decir nada.

Que me gusta viajar, como sea y adonde sea.
Que me gustan los trenes.

Que me encanta leer.
Que me encanta escribir.

El revisor se acerca. Basta de desvaríos por hoy.