sábado, 11 de julio de 2009

Sobre sofás, baguettes otras peripecias nocturnas.

Entre saleros necesarios para salar todo aquello que parece soso y peinados de corte japonés, pasó la noche. Sofás que se llenan demasiado rápido y que no se desocupan por mucho que lo desees. Ya se sabe, lo bueno vuela. Baguettes francesas, oh mon amour, rellenas de mozzarella italiana. Dicen que en la variedad está el gusto. Aunque tuvieron el poco gusto de servirnos Bacardi con Coca-Cola. Uy, hoy la tenemos como sigan empujandome así. Y claro, siembra vientos y recogerás tempestades. Pero en uno de esos vaivenes tuvimos el honor de conocer a nuestra mascota. De momento vive en mi bolso. He de buscarle un lugar seguro, para ambos. Ilusión y desilusión. Fotos delante de una obsesión. Piernas para arriba y risas aseguradas. Charlas sobre el futuro, prácticas, másters y planes de estudio que están del revés. Ron aguado o Coca-Cola añeja, pero sin duda era la rodajita de limón la que tenía el alcohol. Copas, meditaciones y algún que otro pensamiento perdido. Indagaciones sobre si existen banquetas en Groenlandia. Planes de exilio. Finalmente, sofás que quedan libres y que invitan a dormir. Chupitos que aúnaban lejía y mataratas. Es extraño cómo en un recipiente tan pequeño puede caber algo que sepa tan malo. Vuelta en coche. Despedida. Llaves. Cama, sin ganas de dormir.





"¿Qué sentido tiene correr cuando estamos en la carretera equivocada?" Proverbio alemán.

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