viernes, 28 de marzo de 2008

Día 21 de marzo, viernes: De cómo pasar una semana y media sin Internet y no morir en el intento


Vamos entre campos de olivos, paralelos a la vía del AVE. El paisaje mediterráneo la verdad es que es un poco deprimente, al menos para mí, todo seco y lleno de arbustos y de algún que otro arbolucho de mala vida aislado en las terrazas de alguna que otra colina solitaria y desangelada.
Parece que no hay vida en cien kilómetros a la redonda, apenas una o dos masías diseminadas por ahí, campos de labranza y muchos, muchísimos olivos, y también vides de vez en cuando.

Nos quedan todavía unas 2 horas de viaje, y eso que llevamos desde las 8 de la mañana en carretera y ya son las 4. Claro, que hemos parado al mediodía en Zaragoza, que estaba ventosa como siempre y arrullada esta vez por el ritmo de los tambores de Semana Santa. Estuvimos en una exposición de Playmobil, saludamos a la Pilarica (para variar) y al marisopla de César Augusto (Octavio para los amigos) y nos dimos un paseo por el centro.
Los ojos se me cierran, estoy cansada aún de la noche de juerga del miércoles, y ayer, tras dos años de espera, estrenaron por fin la segunda temporada de Roma y me quedé viéndolo hasta que el cansancio me obligó a dejar el mundo real y abandonarme a los brazos de Morfeo. En el coche no soy capaz de quedarme dormida, me duele cualquier postura, así que escribo un rato para distraerme de la música hortera de la radio.

¡Ay! Qué ganas tengo de llegar… llevo tres días con la misma ropa, sin haber podido siquiera ducharme… así que esta noche dormiré como una marquesa, probablemente me tocará el sofá, pero dormiré al menos bien limpita y del tirón tras tanto sueño acumulado. En fin… me quedo leyendo un rato, a la noche termino mi crónica de hoy.

Son ya casi las diez y estoy que no me tengo de cansancio. Cenada, duchada, escribo mientras mi padre examina de solfeo a mi hermano y mi madre lee por ahí. Bueno… a estas alturas probablemente ya lo sepáis, porque publicaré esto Dios sabe cuándo (nótese Dios con mayúsculas, debo estar volviéndome Emilia Galotti o algo)… vale, la casa no tiene Internet. Es un apartamento de veraneo, desangelado, frío y bastante pequeño. Aun así, mi habitación es la más grande, y rezo para que dé al sur. No consigo pillar señal libre por ningún sitio, aunque sí he visto por ahí abajo un ciber, no sé si chino o tibetano, pero confío en poder bajar un día y publicar al menos algún capítulo de mis correrías, leer las de Yirko y hablar con quien esté dispuesto a aguantar mi tortura psicológica en forma de inocente charla.

El pueblo tiene pinta de ser pequeño, aunque he visto hasta negros (¡!), y para tener ciber digo yo que ya será un señor pueblo. Así que no sé, mañana veré. Lo que sí me ha dejado completamente enamorada es la carretera que viene (creo) de Barcelona: se viene viendo el Mediterráneo y la playa, y abajo la vía del tren. Sería precioso hacer un viaje en tren por aquí… o en caravana… o un sueño no cumplido: aparcar el coche en la playa y dormir allí, al raso, con la luna, las estrellas y las olas de fondo. Sublime.
En fin, por ser hoy lo dejo ya, no hay mucho más que contar. ¡Maldita sea, el primer día y ya necesito hablar con alguien! Esto no puede ser… a ver si estos días me desintoxico de Messenger, como Yirko con la Coca-cola. Hale, ya valió, que soy una petarda integral. ¡Besos, no me echéis mucho de menos! ;)

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